Se dice que en lo más alto de Santo Domingo, donde termina Ciudad Bolívar, dos mujeres preparan el mejor masato. Una de ellas, Luz Alba Mahecha, apenas se sonroja cuando le dicen que su sazón es apetecido por varios vecinos del barrio.
En su casa, la gastronomía criolla es el pan de cada día, y toda los integrantes de la familia le ruegan a su matrona, que le guarden una ‘empanadita’ y un poco de masato. Aunque la comida ya no sea su oficio habitual, Luz le dedicó toda una mañana a la preparación de estos dos platos típicos mientras nos contaba su historia también proveniente de una montaña.
De hecho la similitud entre el masato y la chicha es bastante particular, pues además de ser una bebida ancestral, antiguamente se preparaban de la misma forma, mientras el maíz se masticaba y se escupía en Perú, donde preparan el masato con yuca, esta también era masticada y extraída de la boca para acelerar la fermentación, una práctica que en ambos casos fue reemplazada por un cucharón de madera o largas horas de ebullición.
Con masato o empanadas parece que ‘Las Mahecha’ (como las conocen en el barrio) tienen la técnica tan afinada que no necesitan recetas, ni medidas, solo disposición para sazonar cualquier manjar criollo