En el taller de Carmen la lana se lleva el protagonismo. Una de las salas de la casa tiene como huésped principal un telar horizontal hecho en madera con muchas agujas que acogen hilos de lana fucsia, aspirantes a ser una gran alfombra. Las delicadas manos de Carmen son las encargadas de darle forma a los hilos que parecen enredarse en todas partes.
Y es que detrás de una ruana tejida con lana de oveja existe toda una historia que nace en el mismo momento en el que la oveja está lista para ser esquilada* (puede demorarse 1 año), para que luego su lana sea lavada varias veces con agua caliente, escarmenada* e hilada con el huso manual, una técnica que tiene muchos siglos y que incluso ha sido registrado por grandes civilizaciones como la egipcia.
Las manos de Carmen, como las de muchas mujeres del Altiplano, llevan historias y experiencia. Historia porque en muchos casos, el arte de tejer se hereda por generaciones (los hombres del campo también participan en el tejido) lo que convierte este oficio en un fino hilo histórico de gran valor que contiene identidad y tradición.
La labor que cumple Carmen en la Asociación Manos Tejedoras se extiende a las veredas de Guasca, a las casas de las personas que quieran aprender y se integra con los grupos tradicionales de artesanos del municipio buscando rescatar y mantener la tradición del tejido y sus diferentes técnicas manuales; telar, dos agujas, crochet.