Isabel Cristiano

“Mi cuerpo envuelve todo mi sentir, todo mi territorio, todo, el lugar donde habito. Mi abuelo tenía caballos, tenía eso que llaman machos, y el traía la papa, una carga de papa del pueblo para nosotros comer ahí en la casa. Y en veces nos íbamos pa’rriba, pal páramo, pa’ ya le decíamos páramo, porque allá es páramo también, a coger papa, a coger habas, a coger alverja, a ordeñar, a ir al río a coger trucha. Y quién nos cuidaba, nuestros tíos. Vea, un tío es igual que un papá, pa’ nosotros. El tío lo castigaba a uno como el papá, porque el tío tenía el mando del papá sino el papá no estaba, uno tenía que hacerle caso al tío. Vea, nosotros nos criamos con nuestros tíos, respetándolos, queriéndolos como si fueran mi papá. Ahorita estamos buscando las semillas ancestrales de papa, de todo eso. Aquí ya no hay semillas, toca salir a otra parte. Ayer salimos al Verjón y allá nos regalaron semillas. Aquí el día a día es cocinar, en veces ir a ver animales, aquí nos toca duro, ya no hay trabajadores para cocinar, pero es casi lo mismo. También hilar, en veces hilamos, en veces bordamos, trabajamos en la huerta, en veces nos vamos por allá a juntar leña, que es lo que no hacemos. En la tarde, guardar los animales, ponerles pasto si tienen poquitico, ponerles a los terneros, meter las chivas al corral, darle de comer a los animales que están encorralados, echarle de comer a las gallinas, a los pollos y ordeñar.”